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La comida y la bebida: Patógenos específicos en la pandemia de la obesidad (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Así, nos hacen creer.

El chocolate, dicen los "expertos", posee
atributos serotoninérgicos, lo que lo hace comida ideal
para su consumo,
además de que posee resveratrol — y grasa, y azúcar
— lo que aparentemente, no importa, aunque los últimos
ingredientes lo tornen engordante y adictivo a la vez.

Afirman los representantes de Hershey
(el mayor productor de chocolates del mundo), que el chocolate,
no engorda, y, que es bueno para la salud. Del mismo modo, que
Wrigley, pretende usar su goma de mascar para combatir
la gordura.

El niño muy joven, está confrontado
en la actualidad, con dilemas de proporciones enormes.

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Pirámide de la comida: Idea absurda
carente de utilidad

Nunca antes en la historia de nuestro género
había tanta comida y, comida, tan conspicua y abarrotada
de calorías, como la que, hoy tenemos.

Además, muchas madres, por lo menos donde
vivimos, aún creen que un niño gordo, es un
niño saludable, por lo que insisten en que los niños
coman de todo – lo bueno, y lo que, para ellos, no lo es
— sin que dejen nada en sus platos.

Entonces, los chiquillos aprenden, muy temprano
en sus vidas, que toda celebración se realiza alrededor de
comidas que engordan.

Y, que cuando los parientes cercanos, como son
abuelitos y tíos vienen a visitarnos que, lo que siempre
traen para los niños, son golosinas y dulces. Entonces,
aprenden, que todo en la vida se revuelve acerca del comer.

Pero, no comer las cosas que la Naturaleza
dispone como estrategia para
nuestro género, sino, comer de las cosas que,
haciéndonos daño,
nos engordan.

Para confundir más la mente de los
jóvenes, se estipulan edades para hacer ciertas cosas. Se
puede fumar y se puede beber a tal edad. Se puede salir en citas
con amigos del sexo opuesto,
siempre a una edad más temprana para el varón que
para la hembra.

Del sexo, ni
hablar.

Del comer, ese instinto consentido y malcriado,
nada malo se dice. Por el contrario, mientras que a nadie se le
ocurre hacer una ocasión memorable de la apertura del
último burdel, cuando se abre un nuevo restaurante o un
antro de mala muerte para
vender golosinas o comidas poco saludables, la ocasión se
celebra, y todos se regocijan indescriptiblemente.

De mi artículo, La comida nos
come
, extraemos los párrafos que siguen editados.

Mientras la carencia y el hambre castigan al
mundo, es incomprensible que la calidad de la
comida que en el supermercado adquirimos, no haya mejorado.
Teniendo como resultado que paralelamente nuestra dieta haya
igualmente empeorado. Es incongruente que el consumidor
actual, desee que su comida sea suculenta (perjudicial para su
salud), económica, conveniente, repleta de aditivos
artificiales y que, asimismo sea "sana" — lo que no es
posible.

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Comida dominicana.

Uno de los grandes misterios que
hoy existen en nuestro medio es cómo explicar por
qué la comida autóctona, otrora saludable, se haya
transformado en los desatinos que hoy consumimos. En poco
tiempo, nos
desplazamos, de poseer el único "pan" conocido, que no
engorda (el casabe), a tener (por causa de lo que ahora comemos)
una cadena de enfermos que esperan en línea a que sus
estómagos sean reducidos para combatir la obesidad.
Aquí estamos hablando de médicos, políticos,
niños y de todos. Porque la gordura es
epidémica en el mundo, del que (aunque a veces no lo
parezca) constituimos parte.

La esposa local no puede ser tachada de ser
responsable de lo que en la casa se come. esta ama de casa,
generalmente, ni sabe dónde se encuentra la
cocina. Lo que en la casa se come resta exclusivamente en el
genio (o en el
"fantaseo") de "la cocinera". Repetimos: la responsabilidad enorme de la nutrición familiar
resta en los hombros de Fefa, Jesusa o de alguna otra empleada
cuya maestría del uso del salero, acoplado con su
generosidad en el uso del azúcar, y su empleo de los
cubos de caldo, la torna experta en la abominación local,
conocida como el "comer saludable".

¿Qué pasó con los guisos que
se aderezaban con yerbas aromáticas, y se preparaban con
carnes magras y víveres en abundancia; siempre
acompañados de arroz blanco, aguacates y casabe (sin
adulterantes)? ¿Dónde fueron a parar los
plátanos asados, machacados con ajo, y rociados con un
poco de aceite verde,
servidos con huevos pasados por agua? Y la
tallota cuya reputación proverbial fuera: "La tallota,
engorda tanto a quien la coma. como a quien la vea comer."
Éstas y muchas otras costumbres de la gastronomía típica de este
país fueron abandonadas a favor de las invenciones
exóticas que nos garantizan un futuro residual de penurias
y males de salud. Por esa razón, todos siguen
engordando.

Pero, lo mismo está sucediendo al
portorriqueño, argentino, chileno y a todas las
víctimas de esa epidemia opípara cuyo agente
infeccioso se reconoce con el nombre de fast food.

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Bebida sin par.

Y engordando seguiremos — todos —
toditos…

El azúcar, en el hogar del pasado, nunca
fue ofrecido en abundancia. Nuestros mayores no creían en
su uso ilimitado por el niño. Mi abuela, centenaria, me
amonestaba: "el azúcar da bichos" — parásitos. El
café se
consideraba (a menos que no fuera una gota del mismo, en la
leche
con café — no en el café con
leche
) una bebida de rito o de iniciación — el
varón tenía que demostrar por lo menos un
sueño húmedo, y la hembra su menstruación,
antes de que a ellos se lo sirvieran. La gordura, entonces se
consideraba como algo que fuera, a la vez, extraordinario y
grosero: "Mira a fulanita, parece una vaca." Y, aunque el
merengue lamenta el prospecto indeseable de casar las mujeres
delgadas ("yo no me enamoro, de mujeres flacas. no voy a
llevar la muerte a mi
casa
"). Nadie ha vivido para ver una Miss Universo
que fuera gorda. por seguro, no
durante el concurso — de hecho, las mujeres de sangre libanesa
se veían con recelo injusto en Santiago, porque se
temía que ellas poseyeran tendencia "natural a ser
gordas". "Mira la mamá y verá que te espera."

Debido a los cambios drásticos que han
resultado de la transformación universal de lo que se come
en los últimos 40 años, el problema con la desnutrición se ha convertido en lo
opuesto: el problema de la híper-nutrición —
problema que sigue avanzando inexorablemente y sin
conclusión visible.

Por la importancia central que ocupa en nuestras
vidas (y en nuestras culturas) la comida. Ésta se ha
imbuido de aspectos emocionales así como también de
económicos. La comida es importante en toda
celebración religiosa (obleas y vino católicos,
halal mahometano, kosher judío,
etc.) Por eso es que no podemos relegarla a un sitio secundario
en el desarrollo de
nuestras estrategias de
bienestar social.

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Este veneno reemplaza el agua,
bebida natural.

Algunos pocos economistas, pensantes y sensitivos
(cosa rara), entienden que la comida es también un
elemento de estabilidad económica nacional (los subsidios
agrícolas norteamericanos se basaban en esas premisas).
Los sociólogos y los expertos en demografía conciben que su presencia
adecuada garantiza la estabilidad y el equilibrio
social.

En los últimos años dos fuentes de
ansiedades han surgido en relación a lo que comemos: La
Enfermedad de la Vaca Loca (Encefalopatía Espongiforme
Bovina) — menos peligrosa que una noche viajando en las
carreteras nuestras, con un padre embriagado al volante; y la
otra es la obesidad — todavía más letal que el
viaje nocturno por nuestras carreteras, combinados con la
encefalopatía espongiforme bovina.

¿Ambas son infecciosas? De acuerdo a
microbiólogos, la obesidad puede que pertenezca a este
género de enfermedades. (Véanse
dos entradas a este respecto en el blog sistema
límbico
en monografías.com).

Aunque nuestros gobiernos latinoamericanos (y sus
primeras damas, reales o por poder) lo
ignoren, la
Organización Mundial de la Salud nos advierte que la
obesidad es una epidemia. Así lo repetía el,
pasado, Cirujano General de los Estados Unidos,
David Satcher, cuando nos alarmaba con la advertencia de que la
obesidad muy pronto sería la causa de muerte de tantas
personas como lo es el tabaco (y no,
porque la gente esté dejando de fumar).

Los monopolios internacionales de la comida
rápida, favorecen el engaño, como de antes lo
hicieran las compañías tabacaleras. Argumentando
que ha sido la falta de ejercicio y no la cantidad innatural de
comida ingerida lo que nos engordara a todos. Sin embargo, la
cantidad de calorías que ingiere el americano en su dieta
cotidiana aumentó de 2,080 a 2,997 calorías en
menos de diez años — lo suficiente para que su efecto
cumulativo en un año los engorde a todos — y
¡mucho!

"Vamos a Wendy", dicen muchachas
jóvenes y esféricas en La Bolera.

Vayan y vuélvanse más enormes, si
es que esto es posible, responde el amigo cínico.

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Substitución absurda por comida
saludable

Pero los gordos ya no son tan sólo los
ricos. Los pobres están engordando asimismo de modo
pasmoso, y a un ritmo que paralela al de los ricos. ¡El
igualatorio ha llegado! La gordura logró, lo que la muerte
nunca pudo conseguir — nos emparejó. Dentro de muy poco
tiempo, todos seremos obesos. (El libro que
aquí se debe leer es: Fat Land: How Americans Became
the Fattest People in the World
, por Greg Critser).

Todos. seremos obesos, todos, ricos y pobres. Si
no por la información carente de poco valor y
asimismo trivial, lean Página Social en la prensa local
donde apreciarán el Fat Parade de la
quincena.

Otros países "invadidos" por las cadenas
de franquicias
licenciadas, oriundas de Norteamérica muestran que la
presencia de estos negocios tiene
relación innegable con el incremento visible de los casos
de la obesidad general.

China, el Japón,
Rusia,
Tailandia, Malasia, Australia y la Corea del Sur son ejemplos
recientes del paralelismo que existe entre la llegada
colonizadora del fast food y del deterioro universal de
la salud y la belleza, propias del ser humano. Los jóvenes
en estos países son (lo que nunca antes habían
sido) panzudos y barrigones. (Léase el reporte de julio 25
del 2007, que apareciera en el Washington Post, acerca del
estudio del efecto social en los americanos en la génesis
de la obesidad).

Las niñas llegando a una pubertad
precoz, producto del
índice ponderal más elevado de la historia, se
vuelven madres solteras a destiempo.

De acuerdo a los estudios conducidos por varias
agencias internacionales. El fenómeno de la gordura
asiática se origina en el cambio que
estos países han hecho en su dieta habitual. Entre los
años 1989 y 1997 las clases medias de todos esos estados
redujeron el consumo de granos y verduras por un 29.8%; mientras
que su consumo de carnes y grasas
subió más de un sesenta por ciento, el consumo de
huevos dobló y el consumo de pollos y aceites animales se
triplicó.

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Bebida superflua después del destete

Zhai Fengying, Sub-secretario del Instituto Chino
de la Nutrición y de la Seguridad de los
Alimentos nos
dice lo siguiente: "Nosotros llamamos a los funcionarios
encargados, para decirles que tenemos un problema muy serio en
nuestras manos; pero ellos responden: "hay cosas de más
importancia que hay que hacer" " — entre éstas, engordar
— decimos nosotros. Fengying continúa, "una de las
medidas que debieron ser abolidas en la China rural es
la de servir leche a los niños campesinos — leche gratis
— con las comidas." Lo dijo, porque la leche no es alimento ni
esencial, ni necesario para el niño de edad escolar.
Mientras los chinos retornan a sus sentidos — cortesía
de nuestros gobiernos, vasallos de los intereses creados —
aquí contamos con su equivalente en el chasco que
conocemos como "el desayuno escolar".

Si bien es cierto (para callar a los alarmistas
entre nosotros), que la gordura no mata de inmediato,
también es cierto que ésta contribuye de manera
alarmante a muchas complicaciones médicas, algunas, muy
antiestéticas. Esta vez, en lugar de detallarlas, las
resumo: El sobrepeso es una de las causas principales de las
enfermedades
cardiovasculares y es una causa mayor de mortalidad que
existe en todo el mundo. Como ésta; la gordura, queda muy
por encima de las guerras, de la
malaria, del SIDA y de todos
los demás "verdugos" naturales que hoy existen.

Por la boca muere el pez.

Para hacer un paréntesis y echar un
vistazo dentro del escenario local. Las complicaciones de la
gordura afectan más, a los orientales y a quienes no son
de origen caucásico puro (confirmado, por el DNA.
¡qué triste!), y con mayor severidad de lo que lo
hace en otros países. Por ejemplo, en China, los programas
destinados a combatir los problemas del
comer, se "comen" más de su porción justa del
presupuesto
designado para reducir el impacto de las enfermedades
no-comunicables. La proyección es que este costo
subirá.

Cuando nosotros, el público de los
consumidores de las comidas sabrosas, tratamos de evadir nuestra
culpa por nuestras gorduras y por la cantidad de comida que
comemos, la censura la dirigimos a quienes producen esas
comidas.

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Madre e hijo saludable

Esta actitud es un
poco injusta, ya que lo que ellos producen, nadie nos fuerza a
comer. Y además, es un asunto muy poco conocido, que los
fundadores originarios de los conglomerados de "alimentos
rápidos" fueron visionarios sociales y reformistas
ejemplares: Los Cardbury eran cuáqueros que creyeran que
el chocolate era preferible al uso del alcohol (algo
que muchos dudan), Dr. John Harvey Kellog era un vegetariano
consumado, y la visión de Henri Nestlé fue la de
encontrar un substituto adecuado para la leche materna para
ofrecerlo a niños cuyas madres no tenían con
qué lactarlos. Por consecuencia, todas estas
compañías en la actualidad se perciben a sí
mismas, no como entidades perversas, sino como agentes
ecuánimes que ofrecen al público consumidor, lo que
el consumidor les requiere: comidas cómodas y comidas
sabrosas.

El problema es que el público en su
razonamiento extravagante obedece al dictamen folklórico
norteamericano, que nos alerta del hecho imposible de que
algunos: "Desean (conservar) su bizcocho y (al mismo tiempo)
comérselo." (To have your cake, and eat it too.).
Traducido, por supuesto en "abarrótate de grasa y de
azúcar pero no engordes".

La gordura,
¿adaptación descarriada?

Aunque la comida se ofrece por todas partes, aun
en las más inesperadas, como sería dentro de los
confines de la Plaza de San Pedro en Roma. La comida
no puede culparse por sí misma por nuestras adiposidades
exageradas.

Engordar, es una sola de las múltiples
respuestas que nuestros cuerpos poseen en su repertorio, poco
estudiado y menos entendido, para adaptarnos a la escasez natural y
— de antaño — recurrente de alimentos.

Nosotros (los seres humanos, por razones no
esclarecidas) poseemos diez veces más células
adiposas que las que posee cualquier otro mamífero
conocido — por esa razón, no toleramos bien el
hambre.

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Sin comentarios

La explicación hipotética para la
gordura humana la concibió el genético James Neel
cuando estudiaba los indios Pima de Arizona. Cuando esta tribu
fue trasladada a otras regiones, debido a que la falta de
agua potable y
de alimentos donde entonces vivieran, los estaba diezmando
rápidamente — ésta sería la excusa
fabricada por quienes ansiaban usurparles sus tierras. En su
nueva localidad muchos murieron de hambre pero otros
sobrevivieron. Los que sobrevivieran, pensó Neel, lo
hicieron porque eran proclives, genéticamente a almacenar
grasa. Los que fueran muy propensos a esta disputable virtud,
perecerían más tarde por la misma razón:
Mucho de algo bueno, es bueno; más puede que sea mejor.
pero, demasiado, en este caso, mata. (El libro aquí
recomendado, es: Why Geese don"t Get Obese and We Do por
Eric P. Widmaier).

La estrategia que todos invocamos con mayor
facilidad y frecuencia, por ser la más simple, para
explicar nuestras tendencias genéticas hacia la gordura es
la siguiente: Engordamos, para almacenar las reservas extras que
(necesariamente) utilizaremos cuando la comida nos falte. Pero,
hay otra manera de mirar a este enigma desde otra perspectiva;
basados en estadísticas recientemente publicadas.
Estas últimas se fundan en el hecho de que la mosca de
frutas (Drosophila melanogaster) vive más tiempo
si se somete a un régimen de considerable hambre. Este
mismo descubrimiento ha sido replicado en ratas de laboratorio, y
en las vidas de los muchos centenarios humanos que han sido
analizados cuidadosamente. ¿Qué sucede? Bueno.
¿Pudiese ser que fuera posible que la Naturaleza,
favoreciera a quien puede sobrevivir, durante períodos de
escasez, sin comer (o comiendo menos) — y sin engordar?

Muy posible. Ya que la Naturaleza está
repleta de sistemas
redundantes para garantizarnos la vida.

La explicación ofrecida, parecería
obvia, a quienes usen sus mentes, para pensar, entre otras
cosas.

Recordemos, que el único factor
científico demostrado, asociado con la longevidad, es la
malnutrición.

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Comida y bebida saludables

¡Si, la malnutrición relativa!
¿Cuántos obesos centenarios conocemos?

Mensaje para los dietistas del mundo: Deploramos
(con placer perverso) informarles que ni ustedes, ni nadie
más, saben mucho acerca de la enfermedad que dicen tratar:
la obesidad. Y que la dieta que ustedes ofrecen es la misma
enfermedad que pretenden remediar.

El problema se reduce, simplemente al acto de
comer como comemos, por la simple razón de que la comida
que nos gusta debe de ser rica y pesada, aunque, no
necesariamente saludable.

Todos observamos que la comida apetitosa de hoy
es azucarada, grasosa y salada.

Otra dificultad es que el sabor intenso de las
comidas que nos despiertan el gusto, a su vez, está
asociado con la presencia en la sangre circulante de
neurotransmisores que excitan el placer y que en modos discretos
nos acostumbran a la necesidad de la exposición
repetida al estímulo sensual — en otras palabras nos
habitúan. Entonces comemos por el placer bioquímico
generado y no porque la comida de ese tipo sea saludable.

Las comidas que nos sirve la Naturaleza en la
mesa abundante de los mares, de los ríos, de los bosques y
de donde quiera que las extraigamos; son comidas simples,
satisfacientes y fundamentalmente equilibradas (como el aire) para
proveernos, meramente, con otro elemento necesario para sostener
la vida.

Pero, cuando la sal, las grasas y el
azúcar entran en nuestras bocas y se ponen en contacto con
nuestras lenguas, algo
singularmente misterioso sucede. La presencia del
triptófano circulante (precursor de la serotonina) se
altera y una euforia transitoria sigue. Razón ésta
porque los deprimidos buscan el chocolate, pican o hacen ambas
cosas.

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83 años confirmados

Otra vez, parece ser como si la Naturaleza,
sabiendo que Ella nunca comenzaría a producir y a
ofrecernos fast foods, que para que tuviéramos la
oportunidad infrecuente de gozar un paréntesis placentero
dentro de las miserias de nuestras existencias selváticas.
Que gozar, entonces, del mordisco de una comida deliciosa era un
favor — pero, meterse de una sentada una caja de bombones —
esto, la Naturaleza, no lo había contemplado, en sus
planes meticulosos.

Los aceites preferidos por la Naturaleza para
incluir en nuestra dieta, son los aceites de pescado y los de
vegetales. pero, los que nosotros preferimos, porque saben mejor,
son los provenientes de las grasas animales (nuestros
semejantes). Nadie se da harturas de ensaladas aderezadas con un
chorrito de aceite de oliva. pero, ¿cuántos no
sucumben a un empacho de hamburguesas, papitas fritas, una batida
de chocolate y un postre?

Conozco la tía de una paciente
bulímica que, pesando más de trescientos cincuenta
libras, cocina el arroz que, en su mesa presenta, con tres barras
de mantequilla (12 oz) y luego añade a las habichuelas, la
cuarta barra. Mujer de comer
escueto, sin dudas.

La sal es otro asunto. Los romanos la pagaban a
los legionarios, de ahí se origina la palabra "salario". Se
estima que solamente en la Gran Bretaña de hoy, la sal es
responsable por unas 35,000 muertes anuales.

La sal es un electrólito (en su forma de
cloruro de sodio) esencial para el balance de los fluidos
responsables por nuestras vidas. Nunca fue abundante en nuestra
dieta original. Ahora, no hay una mesa en el mundo donde no se la
presente en su salero obligatorio.

El problema con perder de peso y con cambiar
nuestras estrategias nutritivas es que a nosotros nos gusta
comer. sólo, y únicamente por el placer de hacerlo.
Por ello, perder de peso es algo que hacemos con poco entusiasmo
y nunca logramos. Ganarlo, en cambio, nos deleita.

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Úsalo con prudencia

La
paradoja

Es una paradoja sin precedentes que la obesidad
es la forma de malnutrición más perniciosa que ha
existido en toda nuestra historia.

Es una realidad triste, aquella de que en lugar
de luchar contra la obesidad y la pobreza; que
los gobiernos del mundo, prefieran malgastar los recursos del
estado en
programas ilusorios (como lo son los juegos
olímpicos) o para que los políticos y los
economistas ladinos se enriquezcan a sí mismos con el
engaño y la mentira.

Es un hecho aparente que los economistas de
calaña local — los que no han exhibido trabajos
meritorios como contribución a su arte; se puedan
caracterizar como los definiera el ilustre (también)
economista, John Maynard Keynes:
"Si se juntan tres economistas en una habitación.
¿Qué tenemos? Cuatro opiniones distintas
."

Pero algo, es aun más triste: Que la
Naturaleza nos dotara con el cerebro y con la
inteligencia
más desarrollados en Su creación y, que durante los
eones en que hemos poblado este planeta, aún no tengamos
ni la idea más remota de cómo, para qué y
por qué se tiene tal inteligencia.

Continuando

El propósito de esta tesis es el de
resaltar el modelo de la
enfermedad infecciosa para explicar la etiología de la
gordura.

A veces, microorganismos inofensivos, y
útiles para nuestra supervivencia, porque nos asisten en
la provisión de funciones
vitales, cesan de serlo por factores de oportunidad, por
mutaciones o por otras causas.

Como describiera en mi artículo
Descubriendo la estructura
molecular del ADN
, en el 1944, el científico
americano Oswald Avery, fue capaz de de transmitir la habilidad
de causar enfermedades, de una cepa de bacteria infecciosa, a
otra que no lo era.

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Herencia

Pero, no solamente fue capaz de lograr esa
proeza: las bacterias que
de antes fuesen inofensivas, podían pasar la nueva
capacidad patógena a generaciones futuras.

Lo que Avery había estimulado fue el
ácido nucleico. Lo que probó que los genes
están constituidos por este mismo ácido.

Lo que este científico logró,
abrió el camino para que se lograra establecer la
estructura molecular del ADN.

Hoy, no sabemos, cómo procede la
transmisión hereditaria de rasgos adquiridos o
meméticos, usando el paradigma de
Dawkins.

Lo que aquí propongo es lo siguiente, que
si concebimos nuestro cuerpo como el huésped para el
agente que causa la obesidad, y la comida como el patógeno
que la produce, que este modelo puede explicar el proceso, y,
quizás ofrezca una solución, a la epidemia de la
obesidad que confrontamos.

Veamos el posible mecanismo de acción

  • 1. El individuo saludable encuentra el
    patógeno: la dieta de comidas rápidas y bebidas
    edulcoradas (de todo tipo)

  • 2. Siendo infectado por sus contenidos
    en sustancias tóxicas, hechas así por los
    agentes químicos añadidos, como lo indujera
    Avery en sus famosas bacterias.

  • 3. Un período de
    incubación sigue, mientras que el organismo comienza a
    adquirir el gusto para preferir como alimento, algo que,
    finalmente, lo enfermará.

  • 4. Finalmente, por medio de la
    acción poderosa de la comida en los centros cerebrales
    del placer, la mente pierde su capacidad de autocontrol, en
    la manera descrita en mi artículo: Neurociencia,
    epigénesis, microbios
    .

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Rasgos heredados

  • 5. Subsiguientemente, se induce el
    contagio, por medio del contacto social, la exposición
    a la reinfección, siguiendo el modelo del SIDA,
    debilitando las defensas, y resultando en las complicaciones
    severas que caracterizan una condición debilitante y,
    a menudo crónica que llamamos, la obesidad.

Cuya cura, aún no conocemos, y cuya
etiología es harto conocida y, por todos ignorada.

En resumen

Para esta tesis mi propósito, ha sido el
de detallar el modelo epidemiológico de la enfermedades
infecciosas para explicar la epidemia de la obesidad y para
proponer, no, la cirugía como tratamiento, sino la
prevención al estilo de John Snow cuando interrumpiera la
epidemia del cólera,
condenando, en el 1854, la bomba de agua en Broad
Street
.

Fin de la lección

Bibliografía

  • Larocca, F: (2009) El chicle y la
    pérdida de paso: Un nuevo remedio
    en sistema
    límbico blog

  • Larocca, F: (2008) Neurociencia,
    epigénesis, microbios, la mente arrebatada y la
    ilusión del libre albedrío: La singularidad de
    la Reina Roja
    en Blog sistema límbico

  • Larocca, F: (2008) Los dietistas, quienes
    los siguen y el pensamiento del satírico romano,
    Juvenal
    en monografías.com

  • Larocca, F: (2008) La oscuridad como
    factor determinante, e inadvertido, en la obesidad
    epidémica
    en monografías.com

  • Larocca, F: (2007) Dangers of HFCS —
    High fructose corn syrup
    en monografías.com

  • Larocca, F: (2007) Economista:
    Alquemista
    en monografías.com

  • Larocca, F: (2007) Centenarios y otros
    temas
    en monografías.com

 

 

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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